La adolescencia, una etapa de vulnerabilidad frente a las drogas

El consumo de drogas continúa siendo un problema grave a nivel social y la iniciación en este consumo es cada vez más temprano. Sin lugar a dudas, la adolescencia es una etapa crítica en la vida de toda persona, marcada por los cambios y la curiosidad y, durante la cual, existe un riesgo mayor de caer en el consumo de alcohol, de tabaco y de otras substancias adictivas.

Por este motivo es de suma importancia que los padres puedan tener diálogos honestos al respecto con sus hijos y aportarles datos reales acerca del consumo de estas substancias antes de que se expongan a situaciones peligrosas.

No es de extrañar que aquellos adolescentes que se sientan incomodos al hablar con sus padres de ciertos temas, o aquellos cuyas familias censuran o crean tabús al respecto de asuntos como el consumo de drogas, busquen respuestas en otros lugares y presenten comportamientos más inseguros y proclives a experimentar con ellas.

Por el contrario, una comunicación fluida con nuestros hijos y la capacidad de aclarar las posibles confusiones o ideas erróneas que estos puedan tener en torno al consumo, puede influir notablemente en el propio pensamiento de nuestros hijos.

Cómo afrontar la conversación

Dialogar con nuestros hijos abiertamente acerca de cualquier tema es importante para generar un clima de confianza en la familia y hacer que puedan sentirse cómodos a la hora de compartir su propia visión acerca de las cosas. El diálogo crea puentes importantes que potencian esta confianza, un factor fundamental a la hora de proteger a los más jóvenes frente a asuntos como el consumo. Posibilitar la complicidad y la cercanía con ellos, es fundamental para asentar una relación en la que los padres sean percibidos como modelos a seguir, no como enemigos y donde los adolescentes puedan hablar sinceramente, sin sentirse juzgados o presionados.

En relación a las drogas, debemos tratar de abordar el tema siempre con naturalidad y de forma abierta, dejándoles espacio para conocer sus opiniones y manteniendo un tono razonable, franco y cercano.

Entre los aspectos que se deben tener en cuenta al hablar con los más jóvenes sobre las drogas y sus efectos son los siguientes:

  • Antes de mantener un dialogo con nuestros hijos al respecto de las drogas debemos informarnos, no podremos transmitirles una información de manera coherente, si nosotros mismos desconocemos el tema. Muchos padres hablan desde la suposición y las generalidades y, este hecho puede contribuir a la confusión de los adolescentes.
  • No está de más introducir nosotros mismos el tema si no encontramos el momento apropiado. Empezar a dialogar incluso, antes de la adolescencia sobre temas sensibles, puede ayudarnos a que cuando crezcan se sientan más abiertos a compartir sus opiniones y sentimientos con sus padres. Preguntarles qué opinan al respecto de manera natural, cómo haríamos en relación a otro tipo de cosas.
  • Al afrontar la conversación debemos ser claros y directos, empleando un lenguaje adaptado a su madurez, pero hablando de forma concisa, con seriedad y apoyándonos en datos reales.
  • Se debe evitar hablar desde los tópicos, desde el dramatismo, la banalización, las creencias falsas y las exageraciones. No hay que restar importancia al tema, pero tampoco asustarlos desmedidamente, ni crear alrededor de las drogas un halo de fantasía, nuevamente, aportarles datos reales acerca de los efectos de su consumo hará que nuestros argumentos sean más sólidos y creíbles para ellos.
  • Para que el dialogo resulte fluido se deben evitar los interrogatorios y sustituirlos por la escucha de sus opiniones, la observación y la empatía, evitando el conflicto y las discusiones ya que esto solo puede derivar en un intento de reafirmación por parte del adolescente y que le lleve a posicionarse en el lado contrario como rebeldía. Nuestro objetivo debe ser el de aconsejarles, no el de imponerles nuestras ideas puesto que este tipo de actitudes suelen generar el efecto contrario al deseado.
  • Y, por supuesto, es fundamental darles un buen ejemplo. Si nuestra forma de actuar es contradictoria solo conseguiremos hacerles caer en la confusión.

Crear un entorno seguro

En resumen, debemos ser capaces de crear un entorno seguro para nuestros hijos, en el que se sientan protegidos y en el que puedan desarrollar sus propios recursos basándose en la solidez de un buen soporte emocional. La vulnerabilidad de nuestros hijos frente a las drogas dependerá de esta capacidad de diálogo, de nuestra cercanía con ellos y de la capacidad que tengamos de ayudarles a potenciar sus propias herramientas de protección. Los niños más aislados o aquellos cuyos amigos consumen, se encuentran en una situación más vulnerable. Por eso también es importante crear este clima de confianza, conocer su círculo de amistades y facilitarles las vías de comunicación para que, en caso de que se encuentren en una situación de peligro, podamos reaccionar a tiempo.